domingo, 29 de marzo de 2009

Suelo detestar la monotonía, y nuestro juego no es la excepción a la regla. Siempre la misma rutina. Constante. No varia ni para bien ni para mal. Y todo esto, esta llegando al punto en que me harta. Siento que cuanto más me empeño en una determinada decisión, todo lo que esta al rededor, se complota para hacerme estrellar, sin pequeño freno, contra un muro. Una y otra vez.
Son tantas las restricciones que tengo que no me dejan actuar, realmente, cuando y como quiero. Y por tantos miedos, principalmente al como se verá desde afuera, no reacciono como deberia, no digo lo que deseo y no controlo todos mis sentidos. Estropeo cada una de las situaciones, por las más mínimas hipotesis ajenas. Definitivamente, lo que me redea, me estropea. Me paraliza. Me desenfoca. Detesto ser tan vulnerable.

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