Anoche estuve conversando con mi cigarrillo y me sentí cansada. Recordé tantas cosas de vos que creí olvidadas, que sentí necesidad y se las conté. Le nombre la infinidades de besos, sobre todo, esos en el cuello a los que les temes. Le conversé de tu manos, de como centímetro por centímetro recorrían mi piel, y donde las palabras al oído no han de faltar. De esas charlas intensas donde un vale todo arrasa sin pensarlo y las propuestas no suelen ser cuerdas. De aquella noche de Julio, que tantas veces recordamos y prometimos volver a cometer. Y si es por confesar, no voy a olvidar aquella noche de comienzos de verano donde los labios te sangraban comprando mis ideas...