Volvimos a la rutina de la ciudad, y lo crucé. Intercambiamos unas palabras y un algo así como 'me debes, te debo, nos debemos y ya veremos', y a volar. Cada uno a lo suyo. Pero el problema no radica ahí ni en el mini "amor" fugaz que hubo allá, sino en lo que generó en mi. Él es quien asesina cada uno de los instantes de mis pensamientos, donde las imágenes de ambos no paran de repetirse. Sumado a que encontré desde donde revisarle su página de Facebook, y como no podía ser, me tiene ahí, 2 veces por día (mínimo) viendo que cambió y que no.
By the way, teniendo asumido que acá nada va a ser como lo fue allá, siempre está esa mínima esperanza de recibir algún '¿Por donde andas?' ó simplemente un '¿Salís?'... pero por ahora, no llegan. Veremossss.
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