martes, 5 de mayo de 2009

Caminaron juntos unos pasos, se estrecharon fuerte, se besaron, cerrando los ojos porque cada uno quería, nada más, mirarse a sí mismo y no al otro. Ninguno de los dos quiso empezar a ver la realidad, ninguno quiso saber que había en realidad detrás de la puerta que los separaba. Por eso fracasó el encuentro. Porque cada uno fue a encontrarse consigo mismo. Porque cada uno llevó a su distancia y la puso en el medio. Y a pesar de los besos, y a pesar de ser un hombre y una mujer llenos de posibilidades, se dijeron adiós y lloraron. Lloraban, solo, por sus viejos dolores, otros adioses, por otros intentos e historias.

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