No soy yo, ni vos, ni nadie. Solo son los dedos miserables que le dan cuerda a este reloj. Y por más de lo que pueda pasar, no hay lágrimas que valgan la pena para volver a meternos en ese coche donde aquella noche, en pleno carnaval, me empezaste a desnudar....( Su error fue olvidarme y el mio, tal vez... quererlo )
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